"Bienvenido a mi Blog. Déjate llevar por mis letras..."

jueves, 30 de junio de 2011

¿EL ERROR DE CUPIDO?

“Para los valientes que deciden salir del armario”

Cuenta la leyenda, que Cupido fue un travieso personaje al que, de vez en cuando, le gustaba gastar bromas pesadas. Por ello los dioses decidieron enviar a alguien que estuviese siempre pendiente de sus jugarretas: el padre Higinio. Este sacerdote, se encargaba de vigilar de cerca al vivaracho Cupido, controlando en todo momento que los flechazos de nuestro protagonista, fuesen lo más correctos, religiosamente hablando. Pero aunque a los ojos de los dioses y del padre Higinio, Cupido pudiese parecer saltarín, atrevido e ingenuo, lo cierto es que nuestro ángel del amor tenia muy buen ojo y lo más importante, muy buena puntería para cazar al vuelo dos corazones enamorados y nunca, nunca se equivocó en su elección, aunque algunos pensaran y siguen pensando que esas flechas están errando porque, según ellos, va contra natura.

Pero hacia unos días que Cupido estaba un poco desalentado ya que no conseguía de ninguna manera, encontrar la media naranja de dos muchachos: Rubén y Víctor. El embajador del amor, había intentado por todos los medios disparar al corazón de aquellos jóvenes pero no encontraba nunca el momento idóneo, ya que cada vez que se les acercaba alguna posible pretendiente no se cumplía la norma que Cupido necesitaba: que ambos corazones latieran al unísono una misma melodía, como simulando una canción, como un código secreto y personal entre ellos. De esta manera, el hábil Cupido lanzaba una de sus mágicas flechas atrapando ambos corazones. Surgía así aquel lazo inmortal que los uniría para toda la vida, si el que disparaba era el verdadero Cupido y no un aficionado. Un día, el mensajero del amor descubrió algo sorprendente: cuando Rubén y Víctor se conocieron, sus corazones empezaron a latir al unísono. A punto estuvo de disparar una de sus infalibles flechas, pero el padre Higinio intervino y le agarró con fuerza del brazo elevándole la voz para gritarle:

-¿Estás loco? ¡Ni se te ocurra sinvergüenza, va contra la madre natura, sería un error catastrófico!

Cupido se quedó petrificado, no entendía nada.

-¿Porqué? ¡Están pidiendo a gritos una de mis flechas! ¿Quienes somos nosotros para negarles nada?

Y se intrincaron en una querella, forcejeando ambos para salirse con la suya. El padre Higinio estiraba con todas sus fuerzas del arco, para evitar así que el pequeño ángel disparase aquella flecha envenenada con el pecado, según el sacerdote. En un descuido del religioso, nuestro protagonista se apoderó del arco, consiguiendo de esta manera disparar su ansiada flecha alcanzando así su objetivo. El mundo se paralizó. Se cruzaron las miradas de Rubén y Víctor

El ambiente era tan etéreo e inocente que casi era irrespirable. Fue un amor tan profundo, tan mortal y carnal que los Dioses del Olimpo se murieron de envidia, ya que ellos nunca habían experimentado ni experimentarían semejante oleada de sensaciones ni sentimientos. Fue tan tierno, apasionado, visceral y bello cuando aquellos dos seres hicieron el amor hasta la saciedad, que el padre Higinio no pudo impedir semejante estampida de emociones. Y fue así como nació la homosexualidad, fuerte, bella, pasional, tierna. ¿Si Cupido hizo aquella acertada elección, quienes somos nosotros para excluirla de nuestra sociedad?

“David acababa de leer aquel curioso cuento a sus padres y hermana. No sabía como decirles que era homosexual y que estaba profundamente enamorado de su mejor amigo. Su hermana le miró atentamente y le lanzó una sonrisa de complicidad:

-Ya lo sabía hermanito – le dijo en tono tranquilizador.

Su madre no pudo evitar las lágrimas que le acudían a los ojos:

-Has debido sufrir mucho. Deberías haber confiado antes en nosotros.

El padre sin embargo permanecía impertérrito ante la noticia. Se levantó de la butaca lentamente y se encerró en su habitación.

-Dale tiempo y lo acabará entendiendo – le dijo con ternura la madre. Y así fue.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario