"Bienvenido a mi Blog. Déjate llevar por mis letras..."

viernes, 12 de agosto de 2011

domingo, 17 de julio de 2011

HERMES UN ÁNGEL MUY ESPECIAL

“Para aquellos que, a pesar de sus dificultades, luchan por lo que quieren”

Gloria observaba como dormía plácidamente su pequeño entre sus brazos. Lo veía tan frágil que pidió a los cielos un buen ángel de la guarda que estuviera siempre alerta, de todos y cada uno de los movimientos del chiquillo.

-¡Mi pequeño Max! –Exclamó la madre – Espero que San Pedro te adjudique el mejor ángel de la guarda que tenga.

San Pedro en las alturas escuchó el encarecido reclamó de aquella madre, y se puso manos a la obra. Escogió al que creía que era su mejor alumno, Fidel.

-Deberás tener sumo cuidado con el pequeño. Piensa que es un recién nacido, es muy frágil y delicado. Cuando empiece a gatear, no le quites ojo de encima. Confío en ti Fidel, eres mi mejor alumno con diferencia. Esta será tu primera misión como ángel de la guarda, será tu debut. Recuerda todo lo que explicamos en clase. ¡Suerte! –Le dijo San Pedro. Pero lo que nunca imaginó el maestro fue que su alumno predilecto, no siempre era tan ejemplar como él creía. En los últimos tiempos sus amistades dejaban mucho que desear, ya que de vez en cuando descuidaban sus tareas y se iban de marcha, hasta altas horas de la madrugada.

Fidel orgulloso de si mismo, descendió de los cielos y se dirigió al encuentro de su pupilo. Hermes desde un rincón, observó todo lo que estaba ocurriendo. Conocía a Fidel y estaba al corriente de sus trifulcas, por eso no pudo reprimir su rabia hacia él y con paso decidido se dirigió hacia el maestro para recriminarle su elección.

-¿Por qué nunca me eliges a mi? Yo tengo mucho rodaje como ángel de la guarda, estoy harto de cuidar gente adulta, ¿Por qué nunca me adjudicas un bebé?- En sus ojos encendidos por las lágrimas se veía reflejada su furia hacia Fidel.

-Hermes, estoy muy orgulloso de ti. No hace falta que cuides de un bebé para demostrarme nada. Ya sabes que dentro de tus capacidades, eres el mejor.- Y es que el valeroso Hermes era síndrome de Down y por ello San Pedro, no acaba de confiar en él al cien por cien. Sabía que Hermes tenía una voluntad de acero pero aún así, San Pedro albergaba cierta desconfianza hacia él sobre sus capacidades. Sin embargo Hermes no se rindió, y decidió estar alerta por si los cuidados esperados de Fidel, no eran los acertados. Y así fue, un día que San Pedro estaba en una importante reunión, resonaron en sus oídos las palabras de Gloria, la mama de Max, quejándose de los servicios celestiales:

-¡Hijo mío vaya coscorrón que te acabas de dar! San Pedro no se ha debido esmerar mucho con tu ángel de la guarda.

Cuando San Pedro escuchó aquella queja, no le falto tiempo para ir en busca de Fidel y entrar como un troyano en su habitación para echarle la bronca del siglo, pero su alumno estaba durmiendo plácidamente la tajada que había cogido la noche anterior. San Pedro se quedó muy decepcionado con su discípulo predilecto, pero aún así decidió darle una segunda oportunidad.

Cuando Hermes se enteró de ello, se indignó muchísimo, ¿cómo podía darle el maestro una segunda oportunidad, después de lo que había sucedido? Pero fue entonces cuando se le presento una ocasión a Hermes, que no podía dejar perder. Una noche, el pequeño Max no dejaba de llorar desconsoladamente y su ángel de la guarda, para variar, estaba de juerga. Hermes no lo dudó dos veces, y fue volando a reconfortar al pequeño.

Cuando llegó a los pies de su cunita, acercó su rostro al de Max y esbozó una tierna sonrisa, a continuación, se arrancó de una de sus enormes alas, una pluma y empezó a zarandearla de un lado a otro al mismo tiempo que entonaba una nana. Aquel canturreo cautivó al pequeño Max. Era un tarareo de tierras lejanas, hecho con viento del norte soplando entre los espesos bosques, amasado con cálida arena del desierto, aquel arrullo tenía el crujido de las hojas en otoño, mezclado con la espuma del mar, contenía diferentes bálsamos, el olor a pan recién hecho, a fuego de leña, la mente se impregnaba de desconocidos recuerdos y quedaba apresada de tal manera por aquella canción de cuna que era inevitable quedarse abismalmente dormido, tal y como le pasó a Max.

-Siempre que no puedas dormir, sólo tienes que agitar esta pluma y yo vendré en tu ayuda pequeño.- le dijo Hermes al chiquillo.

Cuando San Pedro se enteró de lo ocurrido se enfureció con Fidel y después de disculpase con Hermes, por no haber confiado en él, le concedió los cuidados del pequeño Max. El ángel estaba fascinado con su nuevo trabajo y siempre que el chiquillo zarandeaba su pluma, acudía en su ayuda. San Pedro se alegro por haber tomado una nueva decisión tan acertada y se arrepintió por haber juzgado de antemano a alguien como Hermes, cuya voluntad y fe movían montañas. “Querer es poder” pensó el maestro y se quedó muy tranquilo sabiendo que el pequeño estaba en buenas manos.

Los años fueron pasando y Hermes fue para Max un ángel ejemplar. Pero Max crecía y crecía y ya no zarandeaba aquella pluma, reclamando la presencia de su ángel de la guarda. Un buen día que Max estaba de visita en casa de sus padres, encontró en uno de los cajones de su antigua habitación una curiosa pluma. Se quedó ensimismado mirándola. Había algo en ella, algo indescriptible, que le cautivaba, era como un sueño de su infancia. Le vino a la mente el rostro de un joven con los ojos rasgados de pelo azabache y oscuros ojos, canturreando una extraña canción. Le preguntó a su madre de donde había sacado aquel peculiar objeto y su madre se echó a reír.

-Lo cierto es que no lo recuerdo con exactitud como llegó hasta aquí, pero lo que si recuerdo perfectamente es que cuando eras bebe y no podías dormir te gustaba cogerla y sacudirla con fuerza. De esta extraña manera te quedabas dormido.

Max se quedó perplejo con aquella historia. Entonces se acercó a su hija, que en aquel momento quería coger el sueño pero no podía y zarandeó la pluma.

Hermes desde las alturas despertó, en aquel momento estaba echando la siesta. Le sorprendió bastante, después de tantos años, escuchar el sonido de su pluma reclamando su atención. Aún así, no lo dudó dos veces y descendió volando. Hermes también había crecido y su cuerpo ya no era el mismo, estaba mayor y era un entrañable anciano con bastón que le encantaba dar clases a sus discípulos para que llegarán a ser unos buenos ángeles de la guarda.

Cuando llegó al lado de Max pudo comprobar que se había convertido en todo un hombre y también en todo un papa, por tanto, ya no podía verle, ya que cuando uno se convierte en adulto no puede ver al ángel de la guarda. Le llamó la atención la pequeña zarandeando su pluma, y le dijo:

-Pequeña, yo ya estoy muy mayor para cuidar de ti, pero haré todo lo que esté en mi mano para que no te pase nada.

Y entonó aquel canturreo, aquella nana excepcional de la cual la chiquilla no pudo resistirse y cayó en los brazos de Morfeo.

MIÉNTEME


Miénteme…

Dime que soy tu esclava y tu mi emperador

Miénteme…

Quiero que tus oscuras y perversas fantasías, sean sólo para mi

Miénteme…

Conviértete en la pieza que le falta a mi rompecabezas, a mi locura

Miénteme…

Susúrrame al oído todas tus locuras, tus más retorcidos pensamientos

Miénteme…

Y acércate a mi con sigilo

Besa mis hombros, pasa tu lengua por mi lóbulo

Miénteme…

Deja que tu perfume se filtre en mi piel, en mis senos, en mis muslos

Miénteme…

Con tus manos, con tu voz,

Con tus ojos, con tu pecadora boca

Miénteme…

Extenúame, deja que caiga en el pozo de tus deseos más carnales

Miénteme…

Juega conmigo, con mis palabras,

Con mi cabecita loca… soy tu muñeca

Te regalo mi fragancia de azahar y canela

Te regalo el rincón más prohibido y pecador

de mi sugestiva y perversa mente

Aquel que alberga mis deseos más oscuros y libidinosos

Sólo para ti…

INSIGNIFICANTE


Pequeña e insignificante, frágil como una gota de agua. Rechazada, odiada, humillada, como al ángel negro que expulsan del cielo. Así me sentí cuando leí todas y cada una de tus palabras. Aún retumban en mi mente, algunas de ellas, lanzadas con una hábil cerbatana directas a lo más hondo y quebrantable de mi ser.

Me senté en un rincón del suelo. Mi cabeza se dejó caer en mis rodillas. Encogida como los versos que se esconden en el alma y no quieren salir, no quieren emerger, se quedan en tu interior y mueren allí.

Mis alas mojadas no alcanzaban volar. Llorar en silencio fue mi consuelo impuesto. Llorar al abandono de mis letras, mi mayor castigo.

Al borde del precipicio, sumergida en el mar de tus palabras llenas de odio, aguantando tus vientos huracanados llenos de furia en mis tímpanos, como una muñeca rota, como el patito feo.

Mi alma literaria capturada por las arpías. Me cortan las alas, me asfixian, me amordazan. Atan mi cuerpo al carro romano y lo arrastran por todo el coliseo para espectáculo de la plebe que aplaude ansiosa, me apabullan a gritos.

Espalda enigmática, envidiada por unas, anhelada por otros, nido de conflictos.

Mi cuerpecito extenuado, deleznable, de nada sirvió la armadura de cristal. Se quebró en mil pedazos. Recogiste uno de ellos cuando te percataste de que nadie te observaba, el del alma de mis letras.

martes, 5 de julio de 2011

RESPIRAR

Respirar…

hondo, profundo…

Dejar que el aire entre en tu esencia

Dejar que el aire te adormezca, te calme

Respirar….

tu mirada, por tus poros,

por tu suave y morena piel, con tu aliento

Respirar…

Juntos, acompasados, en un mismo ritmo

Respirar…

tu lengua, tus fuertes manos, tus gruesos labios

Ven…

Tómame, aduéñate de mi razón,

Secuéstrame con tu hálito

Respira conmigo, cede a mi locura

Respira conmigo, atropelladamente nuestro sexo

Respira conmigo, nuestro oxigeno envenenado

Respira conmigo, nuestros cuerpos extenuados

Respira conmigo, tu miembro eréctil dentro de mí

Respira conmigo, mis avernos húmedos

Respira, respira, respira…

viernes, 1 de julio de 2011

SECUÉSTRAME

Secuéstrame…

Gladiador persistente, locuaz

Esclavo de mis peticiones de mis deseos

Pieza imprescindible de mi nocturnidad

Secuéstrame…

Adulador incansable, carismático

Manos fuertes, anillos de acero

Cara de conquistador rebelde, perseverante, tenaz

Gruesos labios, sugerentes…

cómplices de mis fantasías más sensuales

Lengua vertiginosamente provocadora

Ojos profundos donde perderse

Mirada lasciva llena de apetito

Mi eterno amante paciente

Joven y maduro

Deja que juegue con tus oscuros cabellos…

Con tus fuertes manos, con tu cuerpo….

Pasión clandestina

Mi dedo en tus labios, en tu boca

Tu boca en mi cuello, en mis senos

Mis manos en tus glúteos,

en tu miembro eréctil, excitado

Tu dentro de mí, apoderándote de mí

Respiraciones aceleradas, miradas clavadas

Ahógame en tu lujuria

Embriágame con tus besos

Cuerpos acompasados, sudando de extenuación

Buscando las puertas de los oscuros sueños

Buscando las puertas del mismísimo infierno